Cuando Inter compró su pase a mediados de 2008, Riccardo Bocalon soñaba con que su rostro extasiado por el grito de algún gol inundara las portadas de todos los diarios. Sin embargo, el joven delantero de 19 años pronto comprendería que los caminos del fútbol son engañosos: sin llegar a debutar siquiera en la Primera del equipo milanés, al año de su arribo fue prestado a Porto Summaga, de la Lega Pro (la tercera división del fútbol italiano), en la que sería la primera estación de un periplo de cesiones por distintos clubes de esa categoría, hasta que finalmente uno de esos equipos le compraría el pase: a mediados de 2015, Alessandria  le pagó 300 mil euros al Neroazzurro por su ficha. Jamás imaginó el atacante que su ilusión de ser el chico de la tapa se haría realidad en el humilde club piamontés: con dos goles suyos sobre la hora, el Grigi (tal como se conoce al equipo por el color gris de su camiseta) derrotó 2-1 a Spezia y se clasificó a la semifinal de la Copa Italia, donde se enfrentará nada menos que contra Milan.
En el país europeo hablan de un verdadero cuento de hadas. Para llegar a meterse entre los cuatro mejores, Alessandria debió superar seis rondas de un certamen que está hecho a medida para que en las instancias definitorias aparezcan los clubes más poderosos (los ocho primeros de la Serie A ingresan recién en octavos de final y juegan sus cruces como locales): después de dejar en el camino a dos conjuntos de la Lega Pro (Altovicentino y Juve Stabia) y a uno de la Serie B (Pro Vercelli), el cuadro de Piamonte rompió todos los pronósticos al vencer como visitante a Palermo en 16avos y a Genoa en octavos. En el partido que le dio el pase a cuartos, el héroe había sido también Bocalon, que marcó el gol de la victoria en el tiempo suplementario.
La historia tiene ribetes aún más especiales porque el Grigi supo ser un equipo importante en Italia en la primera mitad del Siglo XX (estuvo 13 años en la Serie A, jugó la final de la Copa en 1936 y fue el equipo donde debutó el mítico Gianni Rivera en 1959) y después de décadas de penurias terminó por declarar la bancarrota en 2003. Un año después, el club sería refundado con el nombre de Alessandria Calcio 1912 y comenzó a resurgir desde las ligas amateurs hasta volver a la tercera división. Sin embargo, en 2011, la usticia mandaría al club nuevamente a la cuarta categoría después de que el presidente Giorgio Veltroni fuera declarado culpable en un escándalo de apuestas.
Pero Alessandria volvió a resurgir: además de haberse convertido en el primer equipo de tercera que se mete en semifinales desde 1984 (el último fue Bari, que perdió en semis contra Verona), los Osos actualmente están segundos en la Lega Pro y pelean por ascender a la Serie B, donde no juegan desde hace 43 años. Mientras tanto, tras la victoria sobre Spezia, todos en Piamonte ya se imaginan cómo será la visita de Milan al estadio Giuseppe Moccagatta el próximo martes, en el partido de ida de la semi. Y sueñan con tener otra vez al chico de la tapa en todos los diarios.